DULCES MAREAS: EL DIARIO DEL CIUDADANO PEZ. Zarpo.





Empiezo a escribir este diario, quizá para no perder la memoria de mí mismo, la intensidad de los días, los sucesos, los encuentros y desencuentros. Quizá también, para no perder la memoria indispensable de las dulces mareas de este río, frente al que vivo, que suben y bajan a pesar de todos nosotros, de los científicos y de las lunas.
Aquí estoy, y no espero que nadie me acompañe en este viaje interior, que nadie se monte conmigo en el solitario submarino que manejo, cada día con más pericia y al que, con suerte, constancia y espíritu de aventurero circunstancial, urbano y emocional, acabaré dirigiendo hacia un destino, un lugar donde tengamos cabida mi decepción, mi vida y yo.
Esa es la idea. Me doy la bienvenida. Zarpo desde mi ventana.

¡Vamos allá!