+50 CAMINOS. El espacio (I)





Una  secretaría debe ser un espacio abierto,  favorecedor de la comunicación, el desempeño  de tareas y la resolución de problemas, tanto de sus  clientes externos como  internos. Pero, por encima de todo,  es  un espacio exclusivo, de encuentro, de confidencialidad  y  ponderación, en el que se genera y maneja  información sensible.

Tenemos que ser muy conscientes  de que nuestro despacho  puede ser utilizado como una vía  de acercamiento o escaparate. Para evitarlo, es necesario evidenciar,  transmitir y hacer respetar su singularidad.  Establecer  mecanismos que eviten  un goteo constante de consultas y visitas caprichosas, que interrumpen,  dificultan o directamente impiden  su  normal actividad. 

La principal herramienta para impedir esas situaciones tan molestas somos nosotros mismos y nuestra capacidad de implantar, cumplir y hacer cumplir  normas claras, sencillas y posibles,  que deben ser respetadas por todos y siempre.

Pueden  ayudarnos en esta tarea la creación de pequeñas rutinas que, a modo de señales,  informen, avisen u orienten.

Algo tan sencillo, un código que utilizamos en nuestra vida diaria,  como mantener la puerta del despacho principal ligeramente abierta y la luz apagada cuando no está ocupado,  es una señal suficiente y fácil de entender, que debería ayudar bastante a controlar la oportunidad y el tráfico de gente.  Lo mismo que  en sentido inverso, cuando esa puerta esté cerrada.






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