+50 CAMINOS. ¿SABES CUÁL ES TU TRABAJO?



La repuesta a esta pregunta es la clave para afrontar, resolver o,  mejor aún,   adelantase a situaciones difíciles –o muy difíciles-  que surgen,  más a menudo de lo deseable, tanto en el espacio de una secretaría, como con  su entorno inmediato y  con el exterior.
Tiene que haber unas líneas  muy claras y muy marcadas  que delimiten, sin dar lugar a ninguna duda, las zonas de actuación.  En qué consiste el trabajo de cada uno,  qué se espera,  hasta dónde se tiene, debe o se puede llegar y quién asume los riesgos y la responsabilidad.
Esto,  que parece tan fácil, no resulta en la práctica nada sencillo. Acotar, entender, hacer entender y respetar –o lo que es lo mismo, organizar-  choca con tantos extremos distintos como personas y clientes haya en la  empresa, incluido el superior a quien asistes. 
Y la primera línea a definir, y con la máxima precisión,  es la relación con él. El ámbito de confidencialidad que va a compartir contigo y, fundamental, si eres o no eres su interlocutor.
El “yo creía que”, respuesta demasiado frecuente por desgracia,  es una muerte anunciada, un camino sin retorno, que evidencia una falta total de comunicación y organización,  y debajo de la que se esconden la mayor parte de los errores irreparables
Cuando alguien te elige como su persona de confianza, hay que exigirle que respete con gran escrúpulo y constancia esa decisión y que la haga respetar también. Que  te legitime y te respalde. Que valore los riesgos y las  decisiones que te está pidiendo que tomes en su nombre. Que te nutra de la información suficiente, real y actualizada que redunde en tu   autonomía y posibilite evitar situaciones no deseadas. Que precise su estrategia para que puedas hacerla tuya e ir en la misma dirección.
Hoy sí, pero mañana no, no vale y no funciona jamás.

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