Buenos días 2 de agosto.





Buenos días, caminantes.
Calor. Calor. Calor.
Ayer, después de dejar el camino en orden y encender la luz para los que caminan de noche, cogí mi bici y fue a explorar una ciudad que todavía ardía. Pedalear por la noche se está convirtiendo en una costumbre agradable y, para mi ojo incansable, en una fuente de historias, lugares y momentos entrañables y únicos. Anoche, dependiendo de si te acercabas o alejabas del río, era como cambiar de meridiano, de cielo, de mundo. 
La ciudad de noche, desde mi bici, es una gran tentación de silencio y luz. de armonías. Un camino placentero por donde ir dejando las frustraciones del día y donde quizá, encontrar el descanso merecido -lo más parecido al sueño- en pasear descalza por la hierba y en una cama improvisada bajo un cielo sin estrellas.
¡Vamos allá!






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