VALLADOLID DESDE MI BICI. Acera de Recoletos.

La Acera de Recoletos, que discurre paralela al Campo Grande, nace y muere en las  plazas de Zorrilla y Colón respectivamente. 

Su nombre  -como un CAMINO  que recorre  la historia inevitablemente- ha ido variando: Calle Los Recoletos, Acera de Recoletos, Avenida de Alfonso XIII, Avenida de la República,  Avenida del General Franco. En 1979, por fin, recupera oficialmente un nombre que entre los vallisoletanos nunca perdió. 

Es en el  siglo XIX cuando la burguesía toma este espacio, que estaba a las afuera de la ciudad y donde se encontraban conventos, huertas, iglesias y un hospital, y construye edificios residenciales. Destacan, la Casa Mantilla (antiguo Hospital de la Resurrección) y la Casa del Príncipe.

En el año 2003 se prolonga aprovechando  terrenos de la Estación del Norte. En la actualidad es  gran avenida, un   espacio de paseo, deportivo y de ocio, en la se dan cita cada año acontecimientos culturales de la ciudad, como la Feria del Libro o la Feria de la Artesanía.

No es para mí -como para muchos vallisoletanos- este paseo una referencia histórica, urbanística, turística  o social. No, más bien de emociones únicas y sentimientos. La Acera de Recoletos me sabe a sol, a días  lentos, a vino y pasteles de domingo. Por ella,  me  pasearon. Por ella,  pasee yo  mi futuro y mi pasado cogidos de la mano. Por ella, supongo,  que volverán a pasearme.

Mi padre, ciudadano del Recoletos, sentado siempre en el mismo banco, leía cada tarde. Vivió desafiando al tráfico -pero sin conseguir burla a mi objetivo- y murió siendo parte del  paisaje de una ciudad y de un barrio que le sigue recordando.

¡Va por ti, MAESTRO!