+50 CAMINOS. ¿Café?
Interrumpir la mañana brevemente y respirar fuera del despacho ayuda a romper la rutina y recomponer ánimos y fuerzas. Elegir el momento más adecuado para hacerlo es muy importante.
Por regla general los descansos suelen ser de 20 minutos, tiempo suficiente para airearse y alejarse de los asuntos que se han enquistado y que pueden trastocar lo que tenemos encima de la mesa.
Tomar café es bueno y beneficioso y necesario, sí, aunque no preceptivo. Tampoco, un motivo que deba alterar la deseada marcha del despacho o que evidencie debilidades. Dejar bajo control, no sólo los asuntos que por agenda se vayan a desarrollar en nuestra breve ausencia, sino también el siguiente, es lo recomendable.
Sirven 20 minutos, a veces incluso menos, para que determinados asuntos se enreden y compliquen. No es que todo suceda cuando no estamos, no, es que pasa, precisamente, porque no estamos.
Personalmente nunca saldría del despacho si mi superior:
- Tiene un cambio de actividad.
- Peda necesitar soporte antes una intervención pública: medios de comunicación, conferencias, reuniones, actos, etc.
- Solicite datos.
- Esté entrando o saliendo con un coche en una ciudad desconocida.
- Se encuentre bajando o subiendo a un avión
- Esté difícilmente localizado, pero sea urgente o necesario hacerlo.
- Debe conocer información de interés o actualidad.
En el mismo sentido, en caso de que en el despacho:
- Una documentación urgente esté sin preparar o en proceso de elaboración.
- Haya variaciones de agenda.
- Existan llamadas de importancia pendientes o se haya producido alguna que es necesario comunicar.
- Se espere alguna visita de carácter más especial.
- Exista algún asunto confidencial que se está resolviéndose.
- Si se están ultimando los detalles de un acto a punto de comenzar o, por lo contrario, está a punto de terminar.
- Haya problemas técnicos o bajas de personal.
Se podrían seguir añadiendo circunstancias que piden acomodar el tiempo de café a las necesidades y la dinámica del día. Pero sólo tres breve apuntes para terminar:
- Mejor dos cafés de diez minutos, o tres de cinco, que uno largo y peligroso.
- La persona que sustituya tiene que ser de nuestra total confianza y debe conocer con exactitud cuál es su cometido y dónde están sus límites
- Nuestra pausa diaria es una gran tentación para los demás, mejor obligarse a no hablar de trabajo y hacer que los demás lo sepan.
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