Dice mi vecina que...
Dice mi vecina que el barrio ya no es lo que era. Ni siquiera el edificio, que ahora no se sabe a quién tiene uno viviendo enfrente, que ni fiarte puedes, que por no ofrecer, nadie te ofrece ni los buenos días.
Dice mi vecina que no sabe a dónde vamos a llegar con tanta suciedad que nos está comiendo, tanto delito, y tanto joven sin futuro, bebiendo y drogándose delante de nuestras narices, que no entiende cómo no se toman medidas para que los ciudadanos decentes puedan vivir.
Dice mi vecina que da vergüenza ver la tele, que todo son inmoralidades, que ahí da lo mismo ser bueno que malo, que lo único que interesa es conseguir dinero rápido y sin esfuerzo, que menuda pandilla de gentuza, que ni saben hablar ni tiene de qué, que para tertulias, las de antes .
Dice mi vecina que ahora no hay aguante ni decoro, que en cuanto algo molesta pues a protestar y a denunciar y que claro, así está todo como está.
Dice mi vecina que va a dejar de comprar la prensa, que es que ya ni se puede leer, que hasta hay países que no saben dónde quedan y que está cansada de tanto dato económico, tanta estadística y tanta sigla.
Dice mi vecina: ¿y tú?
Pues yo, vecina, acabo de regresas al barrio y supongo que soy parte de la invasión, el desorden y la miseria. Yo, no quiero ser de su club de "ciudadanos decentes”, pero por otro lado soy ciudadana y soy decente. Yo, querida vecina, tengo hijos creciendo o buscándose un lugar, una vida, una identidad y una forma de expresarse propia y, fíese de mí, que no dan miedo, al revés, y , encima, no lo tienen nada fácil.
Que estoy tan ocupada con mi vida y me parece tan interesante, que no veo televisada la de nadie y que para tertulias, las del parque al atardecer, donde la vida pasa con fuerza y color y vitalidad y futuro y ganas, pero con todo su desgarro y brutalidad al tiempo. Que participo si quiero y que no impido, pues también. Que para el que mira tengo mucho que enseñar, pero no entro jamás en el descrédito porque, para que las cosas no funcionen y esté todo como está, también hay mucha gente esforzándose, haciendo un trabajo honrado y digno, en el que creen. Estoy al mismo tiempo en Siria, la India, en el parquet de Wall Street y en la tienda de la esquina. Más, en la tienda de la esquina, que han abierto tres jóvenes en cuando han podido dejar de huir. ¿Que me sé engañada? desde el principio hasta el fin, claro, pero eso no es nuevo, ¿eh?
Ahí estoy, ahí voy como puedo, ejerciendo, tirando y sujetando, a los que llegan y a los que salen y a mi misma. Y todos tiran de mí, también. Creo que algunas siglas, y en que sólo algunas, son una pequeña esperanza. Siempre doy los buenos días y sonrío y contesto a quien pregunta, pero sobretodo, querida vecina, sobretodo escucho y aprendo, a pesar de esta edad que no está tan lejos de la suya, y que al mal tiempo le ofrezco buena cara y soluciones alernativas.
Hay muchas formas de vivir, sólo es ponerse, colaborar un poquito y aproximarse mucho, que está la vida muy mala para todos, hija de mi vida.Pero ya sabe Vd, esto son lentejas, que si uno las quiere, las toma... Yo las tomo.
Comentarios
Publicar un comentario