PLATOS DEL CAMINO: pescado en adobo, la receta que nunca me dieron

En mi barrio hay un barito en el que sirven pescado adobado. Me gusta ir porque me vuelve loca la manera en que lo preparan pero, además, porque sus dueños son de palabra muy bien sazonada y condimentada y siempre tienen un gesto amable con el que hacerte compañía si estás esperando o estás solo.

Con el tiempo, poco a poco, la barra ha dejado de ser un impedimento para convertirse en un sabroso pasillo de conversación que, de forma inevitable, termina sabiendo a ajo y perejil y frente a un vinillo de Jerez, que dicho sea de paso, es con el que esperamos en el 2014 echar unas rondas en la mismísima Capital Europea del Vino.

No sueltan la receta. Un día, que si son estos los ingredientes, pero que a ver si adivinas el que falta... Otro, que si el aceite virgen extra y calentito "ya sabes tú". A veces lleva huevo, otra no, solo harina. Al otro, una larga cruzada, una cata sorpresa, unas olivas, un queso recién llegado o unas gambitas de Hueva... ¡Qué arte!

Así que yo he utilizado lo que buenamente el paladar me ha indicado y el mercado me ha ofrecido y éste es el resultado. 

Qué he utilizado 

Pescado: bacalao fresco cortado en trozos.

Adobo: ajo, perejil, pimentón, un vaso de vinagre y otro de agua.

Harina.

Aceite de oliva virgen extra.

Sal.

Cómo lo he hecho

Después de una noche entera en adobo y antes de enharinar, lo dejo en papel de cocina para que se seque y no coja demasiada harina. Aún así, antes de echar los trozos en la  la sartén,  los sacudo un poquito.

Para freírlo, con aceite virgen extra, muy caliente.

Cuando tiene un color dorado, los saco y de nuevo lo deposito sobre papel absorbente, esta vez para empapar el aceite.

 ¡Buen provecho, caminantes!