BALTANÁS (Palencia) (II)
El sábado 2 de noviembre, aprovechando una tregua climatológica y mi pasión por el queso, me decidí -¡por fin!- a conocer Blatanás y sumergirme unas horas en ese pedacito del Cerrato.
Yo soy una viajera desorganizada. Mis viajes, sin mapa y sin reloj, me llevan a descubrir lugares no previstos, rutas de nadie que luego voy clasificando en listas emocionales y de sensaciones. Batanás -y mi personal recorrido hasta llegar a destino - queda colocado en la columna de los sitios imprescindibles, entre los serenos, entre aquellos que apetecen enseñar y contar. Y es que, aunque creo que ya lo he dicho, allí encontré serenidad, placidez y calidez y allí pienso regresar a por todas las dosis que necesite.
Primera etapa: Museo del Cerrato Castellano
El Museo del Cerrato Castellano es un Centro de Interpretación cuyo objetivo es mostrar “ la singular personalidad e idiosincrasia de un territorio poco conocido, en el que existen una gran variedad de modelos de paisaje, historia, patrimonio y formas de vida”. Un punto dinamizador de una comarca que pelea por su visibilidad y por conservar sus idiosincrasia.
En el museo hay dos espacios fácilmente diferenciados: el edificio modernista y el histórico. Recorriendo sus salas, el visitante se sumergen en un territorio con costumbres, tradiciones, fiestas, arquitectura (bodegas y lagares, las cabañas de pastor, los palomares, las yeseras o los colmenares), música, vestimenta y puchero común, conociendo de esta manera a sus magníficos pueblos y gentes.
Cuenta además con un patio barroco totalmente restaurado, pinacoteca, una sala dedicadas al arte saco, una sala de exposiciones temporales, un espacio audiovisual y multiusos y una tienda.
El horario es muy amplio y permite visita a la demanda y/o guiadas, eso sí, previa solicitud.
Segunda parada: 3ª Feria del Queso y del Vino
En la tercera edición de esta feria participaban más de 20 queserías, 6 bodegas de vino de seis diferentes regiones de España y algunos artesanos de la provincia de Palencia.
Como este año estaba ubicada en la plaza Escorraladas, lo que hice fue dejar el coche aparcado delante del Museo del Cerrato Castellano y acercarme andando para provocar una primera toma de contacto e ir seleccionando rincones que fotografiar. Un recorrido pequeño, pero que me aportó mucha información sobre rincones perfectos y rebosantes de proximidad, que es el objetivo de mis reportajes.
Lo que más me sorprendió mientra iba hacia la plaza, fue la multitud de gente; el trajín de idas expectantes y venidas con bolsas llenas de productos y caras satisfechas. "Consumidores expertos y exigente gracias a esta estupenda feria", pensé.
La plaza era un remolino festivo que te recibía con olor a churros y algunos puestos de artesanía al pie de la carpa donde se encontraba lo que, en un principio, creí el motivo único de mi visita: la feria. ¡Qué confundida estaba!
Queserías participantes: Artesana, de Campanario (Badajoz); Cantagrullas, de Laguna de Duero (Valladolid); Cantarillos, de Salinas de Pisuerga; Greco, de Cevico de la Torre; Peña Sagra, de Cabezón de Liébana (Cantabria); Consejo Regulador D. O. Afeuga’l Pitu, de Llanera (Asturias); La Presa, de Matederón de los Oteros (León); Picón Bejes, de Bajes (Cantabria); Campos Góticos, de Villerías de Campos; Quesería Artesanal del Río Carrión, de La Serna; Quesos Artesanales La antigua, de Villaumbrales; Quesos Lagunilla y La Olmeda, de Lagunilla de la Vega; Viandas Castellanas, de Solana de Rioalmar (Ávila); Quesos Vailecus, de Navandrinal (Ávila); Villa de la Nava, de Fuentes de Nava; El Viso, de Salas (Asturias); Quesería Valsequillo, de Gran Canaria; Queserías Sarrianas, de Lugo; y Quesos Cerrato, de Baltanás
@QuesosCerrato
Las siete bodegas participantes fueron Los Matucos, de San Martín de Rubiales (Burgos); Hijos de Crescencia Merino, de Corcos del Valle (Valladolid); Esteban Araujo y Señorío de Valdesneros, de Torquemada; Finca las Caraballas, de Midia del Campo (Valladolid); Lambuena, de Roa (Burgos) y Marcos Miñambres, de Villamañán (León). La mayoría de los asistentes adquirieron la copa de cristal preparada para el evento con la que pudieron catar y degustar los distintos caldos.
Una oferta variada y de calidad. Un lujo de recorrido, de olores, de sabores y de feria. El año que viene, vuelvo sin falta e invito a ir a todos los caminantes: no se van a arrepentir, todo lo contrario.
Y nos queda la tercera y última de las paradas: Barrio de Bodegas, pero será en nuestra próxima entrada.
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