DULCES MAREAS. EL DIARIO DEL CIUDADANO PEZ. Corazón de Pez
Vuelve a llover y el viento sopla y chilla.
Está el río precioso, verde oscuro y revuelto, surcado por pequeñas olas que lo avivan, que rompen la lenta y solemne monotonía que tan bien conozco.
Este pez mira y escucha. Este pez se da cuenta de que, a pesar del frío, del agua, del viento, algo hay flotando en el aire, o escondido en las esquinas, posado en las hojas o cayendo del cielo, que caldea la sangre, tuesta la piel y dispara la emoción.
Hasta el río parece querer salir de su cauce, inquieto y bello.
Ganas de sol. Ganas de días largo y noches estrelladas. Ganas de balcones abiertos.
Esperanza cargada y en ristre.
Este corazón de pez late rápido, rápido, rápido...
Corazón de pez, sí. Corazón vivo. Corazón enredado.
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