DE MAÑANA. Lo que menos me importa de todo


¡Muy buenos días, caminantes!
Hace tiempo, gracias a Dios, que las etiquetas, lo esperado o lo convenido, ya no me dice nada: ni siquiera me  orienta o advierte. 
Aunque manías tengo las mías, nunca entre ellas ha estado la tirria por los pobres lunes, cuyo único pecado es ser el primer día de la semana, por donde se comienza, vamos. 
Lo de no saber empezar a tiempo y con tiempo, cómo hacerlo y por dónde es un mal bastante extendido que provoca mucho caos y que, en contra de lo que pueda parecer, se puede aprende a corregir. 
Siempre he pensado -y actuado en consecuencia-, que lo primero es lo primero y lo segundo viene después...  una auténtica simpleza que me ha ahorrado muchos disgustos y me ha servido para priorizar con éxito, tanto en mi trabajo como en mi vida privada, sin escapar a nada y sin paños calientes. 
Mis jornadas siempre han comenzado muy pronto y para cuando medio mundo  termina de tomarse el segundo café del día, de mi agenda ya han desparecido algunas tareas, empezando siempre por las más urgentes y seguidas de aquellas que puedan facilitar el trabajo a terceros, sin dejar las incómodas o complicadas para lo último
Por eso, lo que menos me importa de todo es el día que sea; lo que más, comenzar cuanto antes y facilitar y  muchísimo más todavía, terminar y terminar bien.
Luego, ya vendrá el café y lo que se tercie
Hola querido, lunes. ¡Vamos allá!


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