DE MAÑANA. Sillas vacías, corazón a mil

Porque la vida va como debe y como queríamos que fuera, mi casa vuelve a estar vacía.  La inmensidad me rodea y el silencio, por el que tanto he peleado, me pesa y me alivia al mismo tiempo. Estar aquí perdida entre tanta pared, callada y mínima, significa que las heridas han sanado sin dejar cicatriz alguna. ¡Qué descanso!

En donde esté yo, estará el hogar mis hijos y por eso mantengo sus espacios siempre a punto, calientes y con sábanas limpias. Que no vuelvan es la mejor de todas las señal, pero si tienen que hacerlo, por lo que sea, aquí estaré esperándoles con sus alegrías y sus penas, sus maletas, sus planes y sus perros.  

Vivir solo es difícil, mucho. Tiendes a organizarte bajo mínimos, a comer mal, a dejar de hacer: uno solo es muy poca cantidad para todo.  Vivir solo, cuando la vida bendice, es un lujazo.
Sillas vacías a mi alrededor, una sonrisa muy amplia  y el corazón a mil. Nueva etapa. Seguimos...

¡Muy buenos días, caminantes!

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