DE MAÑANA. Hoy, granadas

No suelo pararme delante de los escaparates. Ni la moda ni cualquier otra tentación expuesta al público, suelen llamarme la atención demasiado como para detenerme. 

La verdad,  es que no soy consumidora de calles comerciales, ni de abarrotados centros de consumo: soy de barrio, de campo, de cine a las cinco, de olores naturales, sabores fuertes, paisajes inmensos.

Por eso, no suelo fotografiar monumentos, ni manifestaciones populares, ni casi a personas. Mi fuerte son los productos, los animales, los espacios, el aire... Sí, ese aire que he dejado reflejado en imágenes y versos; esos productos que me reconcilian con los ciclos de la vida, tan alterados y contaminados;  ese olor que desprende el mar o los ríos o las gigantes montañas en las que encuentro respuesta para todo; ese sabor a constancia a fragilidad vencida a éxito peleado y requetepeleado...

En fin, lo que toca en cada trozo del calendario, lo que entra por ojos, nariz, odios, piel y corazón, y que luego, si la suerte me acompaña,  desgranaré en palabras minúsculas y seguidas.

Muy buenos días, caminantes. ¡Vamos allá! 

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