DE MAÑANA. Antes de actuar, observar



Muy buenos días, caminantes.
Dios me ha dotado de mucha paciencia, pero se olvido de echarme un poco  de aguante.
Puedo pasarme días, semanas y meses al lado de alguien sin prisa, para que entienda o aprenda. Puedo escuchar hasta reventar sin parpadear. Puedo ir y venir cuantas veces sea necesario sin importar kilómetros ni meteorología ni cansancio. Puedo y quiero estar  donde sea necesario y durante el tiempo que lo sea: ni un segundo más ni un segundo menos
Lo que ya no puedo -ni podré- es con aquellos devastadores que entran en los espacios ajenos sin medir ni fuerza ni intensidad. Desbaratando, desmantelando, haciendo hoyos, rompiendo... vendiendo experiencias reparadoras y curativas, fórmulas de vida, gimnasias mentales complicadas que desgastan y no salvan,  para luego irse dejando la situación peor de lo que estaba, una soledad inmensa y un problema más encima de la mesa.
Peligrosos.
Llegar, observar, entender, acompañar y luego, si toca,  ayudar a superar, 
¡Vamos allá!



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