DE MAÑANA. ¡Qué inmenso es el mar, Gus!



Ver a través de los ojos de otro, enriquece. Ver a través de la curiosidad de un cachorro de cuatro meses es un ejercicio que recomendaría a todo el mundo.
Cada rincón, todo lo que se mueva, haga ruido o flote es una aventura magnífica y de la que aprende para siempre.
Le miraba correr playa arriba y abajo sin perder un segundo, descubriendo, admirando, conociendo por primera vez y -sin ganas de volver a los cuatro meses, claro- pensaba en lo peligroso y dañino que es acomodarse y no sentir curiosidad, el no dejarnos sorprender por nada, el hacer las mismas rutas física y mentales uno y otro día,  sin lugar a la improvisación o a la sorpresa.
La curiosidad siempre pide más y es más es el que nos mantiene vivitos y coleando.
Hay algo que hacen mis perros que me encanta y que he decidido poner en práctica no desde el 2016, sino desde ahora mismo, porque no me puede emocionar más que se vuelvan locos de alegría incluso cuando se tropiezan sin querer conmigo por la casa.
Insisto en que no es un propósito de año nuevo, es una necesidad que con toda seguridad traerá muchos beneficios a mi vida: querer mucho y demostrarlo más.
¡Muy buenos días, caminantes! ¡Vamos allá!

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