DE MAÑANA. El mar jamás vendrá a visitarme



En mi último paseo por el campo iba pensando que la vida me había colocado en mitad de un desierto que ni amo ni recomiendo y al que he aprendido, a base de cruzarlo, a respetar y admirar.
Difícil describir los ásperos y tajantes contrates de este  espacio inmenso que termina en un horizonte imposible y en el que  el sol, potente y tardío, se pone con toda su grandeza tiñendo de rojos, naranjas y amarillos cuanto toca.
Barro y paja secos, pedregales, cereal, cigüeñas, campanarios, palomares, almenas, historia e historia, pan, vino y soledad que seducen poco a poco, aunque no acaben de ser mi tierra: llevo caminando por este complejo jardín 50 años y todavía, cada mañana y cada tarde echo de menos el mar. 
Sé que jamás vendrá a visitarme, pero también sé que, cosecha tras cosecha, lo espero .
Buenos días, caminantes. ¡Vamos allá!

Comentarios