DE MAÑANA. De charco en charco


Da gusto ver y escuchar cómo llueve. La ciudad se ha transformado en pocas horas en un paraíso otoñal en el que se puede respirar a fondo.  Me gusta la lluvia, sí; la necesito, más bien.
No recuerdo cómo fue el otoño pasado, reservo mi escuálida memoria para asuntos más sustanciosos, pero este, tardío y corto, está dejando un paisaje maravilloso, una ciudad llena de charcos y de ciudadanos abrigados, por fin, pero contrariados: seguimos utilizando el coche más de lo necesario.
Ya digo que no puedo tirar de memoria y 365 días son demasiado. Ya estaba Gus conmigo, esos sí y las fotos me dicen que era un cachorro precioso, juguetón y que apuntaba maneras de galán.
No tengo ni las más mínima idea de cual sera su arquitectura genética, lo que sí puedo asegurar es que por su sangre circula a gran velocidad una pasión: el agua.
Enlazo: Gus es feliz.
De chaco en charco, saltándolos, buceándolos, bebiéndoselos... Lo mismo da, lo importante es estar bien mojado y chorreando barro.
A la vejez viruelas y me da igual tener que pasar la escoba cinco veces al día; lavar y lavar toallas, fundas de sofá, colchas, mantas.... Yo también soy feliz.
El verano fue la gran prueba de fuego con un océano a su disposición.
Me lo hubiera comido, me lo como ahora y está en peligro de que quiera seguir comiéndomelo en el futuro.
Gran compañero, Gusanito de Asís
Seguimos caminando. 
¡Buenos días!


#benditosábado #proximidad #pasión 







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