De mañana. De España vengo...
Desde siempre -y siempre es siempre- he llevado encima de alguna manero u otra la bandera de España.
Eso, no me acerca ni me aleja de nadie ni de nada, menos aún, me posiciona en una franja de pensamiento que además, ni comparto ni he compartido ni compartiré.
Soy española, amén de donde viva o esté.
No comparto en absoluto la idea, tan generalizada por desagracia, de que los símbolos del estado sean propiedad de sectores determinados, ni para bien ni para mal.
Respeto las banderas. Respeto los himnos y los lugares de encuentro, celebración o religiosos. Me levanto cuando suena un himno, se levanta un cáliz o una bandera. Sin fanatismos ni euforias ni postureos ni estravagancias.
Y por eso, no soy más que quien soy. No pienso de distinta manera de la que muestro en lo que escribo y en mi manera de vivir.
Muchas as mañanas, al volver del primer paseo con Gusanito, justo a las 08:00 a.m., en la Academia de Caballería inician el día izando la bandera y nos paramos hasta que terminan. Quietos él y yo mientas la bandera llega hasta lo más alto del mástil.
Me gusta tener símbolos y respetarlos. Me gusta respetar a los de quienes están conmigo. Sin críticas, sin juicios, sin prejuicios...
Es así y sigo siendo yo... que de España vengo, de España soy.
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