DE MAÑANA. La vida me trata bien... a pesar de todo
Pregunto y me pregunto si la velocidad a la que vivo es la adecuada. Suponía yo que a estas alturas, las carreras, las idas y venidas, los pesados "porsiacasos" habrían dejado paso a un sereno pasar de días idílicos en los que disfrutas de lo cercano.
Y aquí estoy, con una máquina de correr como compañero de piso (un torbellino que me mira y me derrite) y con la ilusión contagiosa y contagiada de cariño que mueve montañas y de la creatividad ajena que me impulsa a seguir.
Algunas mañanas no puedo con mi cuerpo -soy de naturaleza vaga- pero sigue venciéndonos, a él y a mi, la curiosidad y la necesidad de ver, escuchar y sobre todo, sentir y mudar la piel.
Sé de mi suerte, no soy tonta ni nada parecido. A mi alrededor la vida bulle y continúa: dentro, gracias a mi pequeña-gran familia que tiran de mi lo que haga falta y me sostienen entre algodones y atenciones que casi siempre me superan y me dejan sin palabras: filigrana pura. Fuera, nunca juego en campo ajeno y agradezco y valoro la compañía y la confianza: una red de seguridad siempre a punto que te permite saltar hacia cualquier lado.
Supongo que con esto soñaban mis padres: pues ahí está.
Así, puede llegar lo que llegue que estaré esperando firme, sana y rodeada de un ejercito de inquieta y buena gente.
Suerte la mía.Sigo viva, vivo y desprendo vida.
Hay que nacer de pie y currárselo un poco.
Queda dicho.
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