Jardín privado. Erial público

 


Así, como un camino seductor, fresco, exuberante, lleno de belleza y posibilidades veía yo hasta hace muy poco a este país al que adoro.

Nunca ha sido fácil para mi completar algunos recorridos, sobre todo aquellos que exigen posicionamiento férreo, no por falta de compromiso o criterio, ¡qué va! más bien por flexibilidad en mis convicciones más íntimas: la tolerancia, la igualdad y la equidad ya están inventadas hace mucho.

Es decir, que adoro este país desde la tolerancia sincera no de boquilla. 

Llegar hasta aquí no ha sido fácil y la historia está disponible para aquellos que no la conozcan. A mí -no sé a vosotros- ha llegado emocionarme el respeto, la admiración y el aplauso que desde fuera de nuestras fronteras han dedicado a cada español por superar un pasado del que parecía que no íbamos a desprendernos jamás.


En poco tiempo y a golpe de incompetencia, falta de escrúpulos y mucho ego, España -estamos en España- es un erial en estado de ebullición en el que todos, menos los iluminados y sus alrededores, estamos enfermos, crispados, tristes y  arruinados. 

Abrir los periódicos por las mañana es un acto de valentía. Nuestro país se muere rodeado de doctores, doctorcillos y curanderos que a costa de la desesperación de los ciudadanos, de su deseo de creer y crecer por no morir en el intento, han dejado vacías las arcas de la economía, la tolerancia, la historia, las raíces, las leyes, las instituciones y, lo peor de todo,  los corazones. Pueden  Vds. añadir lo que consideren oportuno que tendrá cabida... 

Nos mienten. Vuelven  a mentirnos. Nos humillan. Vuelven a humillarnos. Nos colocan los últimos de la fila. Nos sacan de todos los mapas de futuro. Venden un humo tan tóxico como cicuta y no se detienen  por nada más que por su propio beneficio. 

Espero que esa toxicidad  sea el veneno que se encargue de terminar con sus atropellos 

Por si alguien lo duda, no estoy hablando de partidos o tendencias políticas: hablo de personas, gestión, transparencia y dignidad. Simplemente. 

España sí es diferente, gracias a Dios. Los españoles, rehenes de unos sinvergüenzas.

Dicho queda.


   


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