Tan tú





Es una frase que oigo mucho: ...es tan tú.

¿Tan yo? Entiendo que cuando lo dicen se refieren a la imagen que arrojo de mí misma:  los demás me ven como yo me pongo; supongo que como casi soy y espero que como pretendo. 

Ahí es nada...

Podría no ser bueno esto porque puede dar la impresión de que llevo en la misma postura siempre o que no me he molestado en avanzar por ninguno de mis cuatro puntos cardinales. Puede, incluso, que  parezca una persona plana, aburrida y desinformada y, en consecuencia,  como la vida ya no va de estar en la misma posición mucho tiempo seguido, quedarme fuera del reparto del pastel, ¿no?

Tan yo puede ser un jersey, un libro, una película, un garito, una comida... Tan yo, puede ser el otoño y la primavera. Tan yo puede ser un color, un silencio, un paisaje, una espera... Tan yo, puedo ser yo en mi total complejidad o en una parte muy pequeñita de mi forma de expresar y expresarme.

Pero no, amigos, tan yo, realmente, es una marca personal construida a base de esfuerzo (tan poco valorado hoy en día), de sopesar, de estudiar, de aprender de los mejores, de dejar a un lado a los oportunistas, a los charlatanes buscavidas ajenas. 

Tan yo es el resultado de todos los libros que me he leído, las películas que he visto, la música que he escuchado. Es fruto de cada conversación llevada al límite, de situaciones difíciles peleadas sin armadura ni sable láser.

Tan yo es casi ya una vida siguiendo a mi corazón y a los valores que me dejaron en herencia.

Tan yo son todos juntos, una cantidad inmensa de errores, mucho sufrimiento, alguna alegría, alguna jugada maestra y una madurez serena y vibrante. 

Tan yo es lo que escribo y comparto. 

Tan yo soy yo sin trampa ni cartón. 

Y bien que me alegro porque nada es gratis.

Menos aún la imagen. 



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