FRÍO DE TEMPORADA

 

Color de invierno

El frío, menos ahora que las prendas de abrigo y los zapatos son aliados perfectos, no ha impedido nunca que el invierno sea una de las estaciones a la que más partido saco. Teniendo en cuenta que aquí no hay primavera y que el otoño dura lo que dura, la decisión no es difícil de tomar. 

Hoy es uno de esos días radiantes de sol y apenas grados. Mi termómetro de referencia marca siempre algunos grados de más  debido a que está situado en un cruce de calles y destinos muy soleado. Cuando a niebla cubren la ciudad su crudeza es exacta como un reloj suizo. Gracias a él y a sus engaños he aprendido, en carne propia, a distinguir entre la temperatura y la, tan de moda, sensación térmica.

Decidí esta mañana que únicamente llevaría lo necesario encima y hablo de documentación y poco más. Odio llevar más de lo que me cabe en los bolsillos y tener que echar mano de la mochila aunque sea mínima ya que es es como disponer de espacio vacío en una casa, enseguida aparece algo con qué llenarlo.


🙶Leve de equipaje es como más me gusta pasear, igual que vivir. Demasiadas cosas al mismo tiempo me cortocircuitan y no estoy a lo que quiero estar. 

 

Hoy hemos caminado algunos kilómetros por una zona alejada del centro de la ciudad y separada de ella por el río, que cruzamos por uno de los 11  puentes que permiten la comunicación entre barrios. Pocas personas a esas horas y todas con cara de ir a sus trabajos; los corredores y los ciclistas, gracias a Dios, hoy se han debido quedar pegados a las sábanas. Nada tengo contra ellos, pero cuando vas con perros nos complicamos la vida mutuamente.

La ciudad -da igual qué parte de ella y de qué margen del río- es una ruta de paseo preciosa. El salir temprano permite disfrutar de todos sus detalles en silencios y a paso lento. Con el tiempo, acabas descubriendo que es precisamente la calma la que te permite conocerla más a fondo, curiosear a saco.

Regresamos felices los perros y yo. Antes de subir a casa, les he invitado a pan reciente, que compramos en la panadería del barrio y ellos, como en una eucaristía,  van comiéndolo un trocito uno, otro trocito otro, hasta al portal. Allí junto a un árbol,  dejamos un buen botín  para los pájaros, que poco se oyen estos días. 

Un domingo más hemos vivido una mañana bonita y tranquila, sin grandes hitos, pero con sensaciones agradables y el descubrimiento de rincones y colores nuevos que ya forman parte de nuestra memoria.

La de los tres.








Comentarios

Rosa ha dicho que…
Una bonita manera de empezar um domingo.
RPATOYCID ha dicho que…
Me alegro, Rosa. Feliz semana.