TORQUEMADA (Palencia) (II). Tres hechizos
Continuamos con nuestro paseo por Torquemada (Palencia), el municipio cerrateño en el que la historia, la naturaleza y el presente, se alían para abrir una gran puerta al futuro. El caminante que la atraviese, recibido además con un buen trago de vino y los magníficos productos de una tierra generosa, no tiene más remedio que rendirse a sus hechizos.
El Pisuerga, el puente, el parque isabelino, un molino y una central eléctrica.
Empiezo mi visita paseando por la orilla de un inmenso, limpio y vivo Pisuerga. El frescor, la sombra, el aire tan puro, la riqueza y variedad de árboles, pájaros, planteas, flores..., me impresiona. Supongo que bajo el agua, el paisaje será igual de abundante, diverso, importante y armónico. Primer hechizo.
EL PISUERGA
EL PARQUE Y EL MOLINO
Para dónde mirar, qué fotografiar, qué escuchar... Camino despacio y me impregno de la quietud y de la calma que desprende esta paraje. Una placidez, ya casi desconocida, me invade, puliendo las aristas de la agotadora prisa que, aunque no la tenga, siempre llevo encima. Avanzo y noto cómo sangre y mente se van purificando. Segundo hechizo
EL PUENTE
El puente del siglo XV –un pasillo que une pasado, presente y futuro- parece guiñarme sus veinticinco ojos al tiempo: ¡lo que te queda por descubrir!, me dice.
Quizá Juana, la reina que murió de amor, o su hijo Carlos, dueño de un imperio en el que no se ponía el sol; quizá los Torquemada o los mercaderes a su paso hacia Medina o los pastores que conducían sus rebaños por la Cañada Real burgalesa; quizá José Zorrilla o el propio Napoleón, tuvieron la misma tentación que yo: quedarme asomada a este balcón de piedra y luz y ser para siempre parte de una naturaleza rica y fascinante. Tercer hechizo
Quizá Juana, la reina que murió de amor, o su hijo Carlos, dueño de un imperio en el que no se ponía el sol; quizá los Torquemada o los mercaderes a su paso hacia Medina o los pastores que conducían sus rebaños por la Cañada Real burgalesa; quizá José Zorrilla o el propio Napoleón, tuvieron la misma tentación que yo: quedarme asomada a este balcón de piedra y luz y ser para siempre parte de una naturaleza rica y fascinante. Tercer hechizo
No se acaba aquí. El pueblo, el barrio de las bodegas, la feria alimentaria y todo un ejercito francés, me esperaban. A vosotros os esperan en la siguiente entrada.
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